jueves, 28 de junio de 2012

Escribir

Lo que hago siempre que no tengo nada mejor que hacer. De lejos, el oficio al que mas horas he echado, sin remuneración alguna. No creo que escribir sea un hobbie, ni mucho menos un placer. Más bien al contrario. Es más bien un exorcismo que se convierte poco a poco en rito. Una adicción consolidada  y trabajada que una vez tras otra intenta construir una ciudad de palabras en un suelo sin cimientos,  hecho de vacío. Y que nunca lo consigue. Por eso, precisamente, se sigue escribiendo. Si un hombre acaba sus dias como escritor anónimo,  puedes tener la seguridad de que ya no escribe para nadie, ni siquiera para sí mismo. Es más bien la dinámica  de un  viejo matrimonio que se ha hecho poco a poco con el tiempo y que tiene su propia historia independientemente de lo que el escritor piense de la escritura y viceversa. Ya no saben vivir el uno sin el otro, aunque discutan y se tiren de los pelos hasta el último dia de su vida. Y de algun modo, siempre encontrarán la manera, aunque  sea casi siempre en mundos imaginados, de renovar sus votos, de re- enamorarse siempre. Aunque sean dos viejos lobos de mar, el uno y la otra.

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